jueves, 1 de septiembre de 2011

GESTIÓN EDUCATIVA

EL LIDERAZGO DEL DIRECTOR EN LA GESTIÓN DE LA ESCUELA
Carmen Mendoza Gálvez*
Uno de los objetivos del Proyecto Educativo Nacional (PEN), incide en la necesidad de transformar las prácticas de gestión a fin de brindar un servicio educativo de calidad en todos los niveles, desde la sede central del Ministerio de Educación, hasta los propios centros educativos, pasando por las instancias de gestión descentralizada: Dirección Regional de Educación (DRE) y  Unidades de Gestión Educativa Local (UGELES). Cabe mencionar que en el análisis de la problemática  vinculada a este objetivo estratégico se señala que el Sector Educación  presenta el mayor número de denuncias sobre casos de corrupción.

Con la instalación del nuevo Gobierno se estaría iniciando, al parecer, una fase propicia para la generación de sinergias favorables a la lucha contra la corrupción, a partir de la necesaria reflexión individual y conjunta acerca de lo que significa asumir la misión institucional con los más altos niveles de responsabilidad social. Este desafío  convoca el compromiso personal e institucional de todos los sectores, estatales  y de la sociedad civil, a través de renovadas actitudes y  acciones que reflejen nítidamente claridad,  voluntad, decisión y fortaleza en grado significativo para hacer posible el logro de tan importante cometido, y por ende, el afianzamiento de  nuestra identidad como sociedad ética.

Existen instituciones que ya vienen haciendo esfuerzos en tal dirección partiendo de la revisión seria y profunda de sus prácticas de gestión a través de genuinos procesos de autoevaluación con fines de mejora más allá de la mera formalidad. Con la convicción de que el cambio se puede impulsar desde arriba y desde las mismas bases institucionales, en lo que corresponde a Educación, proponemos a continuación algunos elementos para la transformación de la gestión institucional en los centros educativos que lo requieren, reto que la propia comunidad educativa liderada por el director(a) debe encarar de la mejor manera,  desarrollando procesos que permitan responder con altura y pertinencia al encargo trascendental de formar a los   niños, niñas  y adolescentes. Ciertamente, transformar las prácticas de gestión educativa en la escuela implica la decidida participación de todos sus miembros. Sin embargo, consideramos que el rol del director(a) es un factor crucial y en muchos casos determinante para su logro. A partir de esta premisa, se propone  la atención a aspectos fundamentales como los siguientes:
*      La revisión del  proyecto educativo institucional. Es posible constatar que en la mayoría de las escuelas el PEI no se ha elaborado de manera adecuada. Corresponde al director(a) sensibilizar y motivar a los docentes para  la revisión del PEI a través de verdaderas jornadas de reflexión conjunta que permitan el planteamiento de propuestas creativas propias, de cara a los problemas más sentidos, y así tener al fin un instrumento que sirva realmente para orientar una nueva gestión educativa en la escuela a la altura de las  actuales demandas y expectativas de los estudiantes, sus familias y la sociedad. 
*      La forja de un clima institucional gratificante. Es ampliamente reconocida la incidencia de un clima armonioso y de trabajo colaborativo en  el logro exitoso de los objetivos institucionales, por lo que este factor debe concitar la atención de los directores  tomando conciencia del deterioro de las relaciones sociales al interior de la escuela y  su repercusión negativa en la formación de los educandos. Se requiere asimismo, la  reflexión del director o directora sobre las causas de los conflictos, reconociendo con sinceridad y valentía su cuota de responsabilidad. Se espera, en la misma línea, firmes propósitos correctivos así como la visualización y puesta en práctica de las nuevas actitudes que debe mostrar como  líder democrático de la institución que representa.

*      La institucionalización de las asambleas de evaluación periódica de los procesos de gestión institucional. Dentro del rol que le corresponde al director(a) como líder democrático, es de esperar que promueva la participación de los docentes en pleno,  de los representantes de la organización estudiantil y del Consejo educativo institucional (CONEI),  en la evaluación de los avances de los proyectos innovadores considerados en el PEI. En esta asamblea participativa, el director(a) es quien debe iniciar la rendición de cuentas respecto a las actividades bajo su responsabilidad abordando de manera transparente aspectos cualitativos y  sobre el manejo de los  recursos económicos en juego. Se espera, asimismo, que conduzca la asamblea propiciando similar actuación de todas las comisiones con responsabilidades asignadas de manera participativa.  Así, todos estarán debidamente informados de los niveles de cumplimiento logrados y podrá plantearse de igual forma las medidas de mejora. Indudablemente, esta práctica fortalecerá el liderazgo del director(a) y afianzará los vínculos afectivos entre todos los miembros de la comunidad educativa.

*      La atención y acompañamiento cercano a los procesos pedagógicos. Es igualmente importante que los directores(as) no se dejen absorber  por cuestiones netamente administrativas o de papeles. Lo central en la escuela es cuidar la calidad de los procesos pedagógicos, responsabilidad de la que no pueden desentenderse asumiendo que a quien le corresponde únicamente es al subdirector. Una expectativa legítima, de darse el caso, es la reflexión del director(a) sobre esta cuestión y su decisión para una nueva práctica en la que se pueda percibir su presencia sostenida  en el centro educativo que dirige, apoyando con entusiasmo y optimismo los proyectos innovadores y proponiendo  elementos de mejora ante situaciones que lo ameriten, a través de formas de relación social que contribuyan a la construcción de un modelo de convivencia basado en la transparencia, la equidad, la tolerancia, la confianza y el respeto recíprocos, y por ello, gratificante y formativo para todos los miembros de la comunidad educativa.
Una expectativa final que a nuestro juicio no debe faltar en esta propuesta de cambio tiene que ver con la actitud de apoyo que se necesita  de los docentes en sinergia con los esfuerzos de mejora que se esperan en el papel del director como líder de la institución educativa.